Los hogares de ancianos tienen un problema; ya que estos solo se deben de utilizar bajo la condición de que la familia no le puede brindar la atención necesaria a una persona mayor; no obstante, el problema radica en que muchas personas utilizan los asilos de ancianos para abandonar a sus familiares.
En esta ocasión, te hablaré sobre un anciano al que su familia abandono en uno de estos hogares, al final, este solo dejo una carta:
¿Qué piensas cuando me ves? ¿Ves a un hombre enfermo y sin ganas de vivir? O ¿solo ves a un hombre viejo y un poco incómodo que tienen hábitos despreciables y ojos distantes, a quien la comida se le cae de la boca y no responde?
Siempre intentas hacerme comer y dices en voz alta, ¡al menos intenta comer!. Soy alguien que pierde si calcetín y sus zapatos ¿Quién quiere cuidar de mi, un anciano que extiende sus horas de baño y comida? Y todo esto con el propósito de acortar la duración de sus días.
¿Piensas en eso cuando me ves? Abre los ojos y mira a las enfermeras…. No me miran.
Te diré quién realmente soy, soy un recién nacido que tiene que alimentar su madre. Soy un niño de 10 años que tiene padre, madre y hermanos que se aman mucho. Soy un adolescente de 16 años con mucha energía; que sueña con encontrar a la mujer de su vida. Soy un novio de 20 años con un corazón que palpita por una dama, soy ese que se caso a los 24 con su persona especial. Soy un joven padre que cría a sus hijos, que ya con 30 sus hijos están creciendo rápido, pero hago todo lo que puedo por pasar tiempo con ellos. A mis cuarenta, ellos ya son pre-adultos y aun continúan creciendo, algunos incluso ya se han ido de la casa, otros se están por casar, pero a mi lado siempre está mi querida esposa.
Con 50 años tengo un bebé en mis brazos, la alegría de ser abuelo es inmensa. Los niños juegan entre mis piernas y se divierten. Pero días tristes tocan en mi vida, mi querida esposa muere. Solo puedo mirar al futuro con miedo; mis hijos hicieron sus vidas, mis nietos también, así que pienso en los años pasados, cuando conocí el amor.
Ahora soy un viejo sin fuerzas, la naturaleza es cruel y no perdona. Todos te miran con desprecio, como si fueras alguien inepto e inútil.
Con esta carta de este señor, podemos ver como muchas personas ancianas se sienten y piensan; recordando quienes eran; lo que vivió; porque saben que si están en un asilo para ancianos; lo más probable es que sus familias no los quieran.