Cualquier suceso puede dar lugar a una respuesta emocional y generar estrés, por ejemplo, el nacimiento de un niño, el matrimonio, la muerte de un familiar, la pérdida de empleo o cualquier otra situación que nos saque de nuestra zona de confort.
No se trata necesariamente de eventos muy intensos, es suficiente con que se acumulen durante largos períodos de tiempo; y la manera en que la persona los interpreta o se enfrenta a ellos le afecta negativamente. Es importante destacar que ciertas situaciones que provocan estrés en una persona pueden resultar insignificantes para otra.
Cualquier tipo de cambio puede generar tensión, pero lo realmente significativo es la manera de afrontar ese cambio, y cada persona tiene una tolerancia diferente a los problemas y un umbral del estrés distinto. Detalles en el siguiente vídeo.